La Cueva del Molino (Matienzo, Cantabria)

En el oriente de Cantabria, la zona de Ramales en un paraíso espeleológico al que hace ya más de treinta años que tengo el gusto y el privilegio de viajar. Además de sus encantos gastronómicos (como comenté en sobgourmet.blogspot.com) su naturaleza dura y agreste y su mundo subterráneo, increíblemente extenso y variado hacen que, para mí, sea el mejor destino de unas vacaciones o un fin de semana largo.

Una de las zonas que es más interesante es el valle de Matienzo, una cuenca cerrada de grandes dimensiones (dentro de ellas está el pueblo del mismo nombre y alguna aldea, con un río que nace y desaparece en el mismo valle más de una vez). Allí hay grandes sistemas subterráneos, que están siendo estudiados desde hace años por espeleólogos ingleses (creo que de la Universidad de Lancaster).
Camino a la Cueva. El acantilado del fondo cierra el paso del río.

Recorriendo el un valle lateral, camino a Sel de Suto, vimos un río que desaparecía rumbo a un muro de roca. Ese día íbamos de turismo, pero no pudimos resistir la tentación y nos acercamos a ver dónde iba a parar ese río. La intuición y el olfato espeleológico no fallaron, y efectivamente encontramos un gran porche por el que desaparecían las aguas tumultuosas del río, que estaba en crecida en ese momento.

Toni y Jorge en la boca de la Cueva del Molino.

De regreso casa, identificamos esa cavidad como la Cueva del Molino, sumidero del río, que recorre por su interior un tramo de menos de un km para resurgir de nuevo en el mismo valle de Matienzo por la Cuevona, recorrer unos cientos de metros y sumirse de nuevo bajo tierra.

El siguiente verano regresamos, y ya con más tiempo estuvimos recorriendo la cavidad y haciendo unas fotos. El nivel del río estaba mucho más bajo, de hecho no entraba agua por la boca, y sólo al final de la gran galería de entrada aparecía el agua, que ya estaba presente en todo el resto de la cavidad.

Vista de la boca desde el interior.


Mientras unos compañeros se hacían el ánimo de tirarse al agua, otros nos quedamos fotografiando y recorriendo a fondo la zona de entrada. Según la documentación, una segunda boca debía estar en la margen derecha del cauce subterráneo. La localizamos y estuvimos viéndola (poco interesante en comparación con el gran porche de entrada), aunque en ella había algún fósil interesante y algunas arañas que estuvimos fotografiando.

El cauce seco, vista hacia el exterior

A la entrada de la cueva se encuentran las ruinas de un antiguo molino que da nombre a la cueva. Sus estructuras se prolongan hacia dentro de la cueva, en concreto el canal de salida del agua del molino, llega al menos cincuenta metros cueva adentro.

Grandes formaciones y restos de las crecidas del invierno.


En la margen derecha del cauce, la cavidad tiene un ensanchamiento con abundantes formaciones de gran desarrollo.

Grandes bloques en la margen izquierda.


Hacia el fondo la cavidad sufre un brusco cambio de dirección, que en la visita anterior era un punto en el que las aguas giraban con gran violencia.


 Comienzo de la zona inundada de la cavidad.

Un caos de bloques de grandes dimensiones, forma ahora la pared izquierda y por ellos se pude subir a gran altura, pero no hay ningún paso seco que permita conducir hacia el interior de la cavidad.

Detalle en una zona lateral


Formaciones en la margen derecha.

(La mayor parte de las fotos son del buen amigo Toni Fornes)

Comentarios

carburero ha dicho que…
Buena cronica Andres!

Desde luego que Cantabria es otro mundo, son unas vacaciones en las que realmente desapareces de la faz de la tierra, engullido por ella misma. Siempre tendo la sensación cuando voy alli de que aunque tuviera 20 vidas y en las 20 fuera espeleologo, no llegaria a conocer ni la mitad de sus cavernas, solo las de Cantabria. Gracias a tu blog ahora conozco una mas. Saludos y nos vemos pronto.
Lidia ha dicho que…
Qué interesante! Resulta que vivo no muy lejos y sin embargo no conozco esa cueva. Ya tengo gracias a vosotros una nueva excursión pendiente. Un saludo

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