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Mostrando entradas de septiembre, 2012

El cinto de la Ventana (o paseando por el infierno)

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Este verano de 2012 será recordado como el de los dos grandes incendios (simultáneos) en la Comunidad Valenciana. Uno afectando la zona de la Hoya de Buñol y el otro la Sierra Calderona. La tragedia que ambos han supuesto para nuestro sufrido medio ambiente resulta difícil de describir, por no hablar de las vidas que se perdieron. Entre los dos más de 50000 (cincuenta mil) hectáreas arrasadas son una cifra que escalofría. Para ponerla en contexto en una página como esta, en la que el andar es clave, diríamos que si esa superficie fuera un círculo tardaríamos en atravesarlo más de seis horas y más de dieciocho en recorrer su perímetro. Seis horas de un paisaje negro, sofocante incluso meses después, poblado de esqueletos vegetales carbonizados y de rocas que se han partido como consecuencia del calor. Y sin embargo, la vida sigue. Y con todo el dolor hemos de seguir yendo a esos lugares, pues incluso ahora en ellos hay sitios que merecen ser visitados, rincones que se han salvado,

El faro de Cíes

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Las Islas Cíes son un pequeño archipiélago situado en la entrada de la ría de Vigo, tres islas que por su tamaño pasarían desapercibidas pero que por su belleza y valores naturales forman el núcleo del Parque Nacional de las Islas Atlánticas. Su visita está regulada y los recorridos que se pueden hacer por ellas también, como ocurre en todos los Parques Naturales. Ello no quita para merezcan un visita y la consideración de quienes gustan de caminar en la naturaleza. Hay cuatro rutas señalizadas en la Isla Faro, que es la que se visita. Bueno, en realidad se visita el  conjunto formado por la isla de Faro y la isla de Monteagudo, ambas unidas por un istmo de arena (la playa de Rodas) y un dique artificial. La otra isla, San Martiño, es visitable pero hace falta ir en embarcación privada y además solicitar permiso. El acceso a las islas no es complicado. Desde varios puertos de la zona (Vigo, Cangas...) salen barcos con mucha frecuencia y en media hora larga se alcanza la isl

El castro de Baroña y los petroglifos de A Gurita

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Nadie va a estas alturas a descubrir los atractivos de las Rías Baixas, pero eso no impide hablar de ellos. Así pues, en estas líneas voy a hablar de un par de sitios, relacionados por dos cosas: su interés arqueológico y su proximidad a la localidad de Porto do Son. De hecho están muy próximos, en línea recta apenas les separan kilómetro y medio, pero pueden estar separados por mil años de historia. El primero es el castro de Baroña, un poblado que estuvo ocupado en los siglos I aC a I dC. El castro está en una pequeña península unida a tierra por un istmo de roca y arena. El siguiente montaje muestra el conjunto descrito. El acceso al poblado es sencillo, desde la carretera de la costa, al oeste de Porto do Son, arranca un camino señalizado que atravesando el bosque lleva a la costa y al poblado. El camino en sí ya es interesante, pues en algunos tramos aparecen sobre la roca las huellas de desgaste causadas por las ruedas de los carros, que iban al castro, pues esas marcas ll